Una de las características que más poderosamente llaman la atención al contemplar muchas de las más famosas obras de Klimt es su excepcional uso del dorado como color que unifica y da sentido al resto de colores. Gracias a su uso, sus pinturas adquieren una gran luminosidad y vistosidad pero también provoca que el espectador se vea transportado a la suntuosidad y sensualidad del mundo oriental que pretende evocar. De este modo, por ejemplo, se refuerza la actitud provocadora y lujuriosa de sus femmes fatales.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRBllIuzKG8xV7OIEbf5EWZc3DbU8qob64XltaXXGh94DlEn1p2tJAWXGiXDu5qaNhpbzqrHf0xbCwM8lfzAYnjaYH8EMSKljkEFFCHkWFFix8tgsoq5XvS7fYbk-xZ4RQu-qlFmb8EKk/s320/Color+2.jpg)
El resto de colores utilizados se mueven entre los cálidos presentes en la figura femenina y los fríos del fondo y la serpiente.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6O7DbH5P_nPKBbFtvh2CDp8JOyFbV15aC_AqFD_TrPUE4e_nLB93d3KONNDNm3k0cFccdcdlmFttp4D_Q4YQMF2v2SgWTwxjGVqnBi_xte3LqTJin85HID1YSzqKV1wKDzV0UlQYbQ6U/s320/Color+3.jpg)
La serpiente presenta colores oscuros, pétreos y grises, contrastando fuertemente sobre el dorado de la base.
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