Muchas de las obras de Gustav Klimt, como es el caso de esta Nuda Veritas, pueden encuadrarse dentro del movimiento del Simbolismo, que recupera, a finales del siglo XIX, la utilización del símbolo y de la iconografía en la pintura, sin cuyo conocimiento no puede entenderse el significado de la obra.
Podría decirse que la seductora verdad de Klimt es una nueva Eva, aunque no es seducida por la serpiente si no que la vence y la tiene rendida a sus pies, y que ofrece esta vez, en lugar de una manzana, un espejo en el que el espectador debe encararse consigo mismo. Porque el espejo está tradicionalmente relacionado con la verdad, sólo refleja lo que ve, destruyendo máscaras y artificios.
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Si no puedes agradar a todos con tus méritos y tu arte, agrada a pocos. Agradar a muchos es malo.
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La verdad es fuego y hablar de verdad significa
iluminar y quemar.
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