miércoles, 1 de junio de 2011

LUZ Y SOMBRA


La luz en la Nuda Veritas de Klimt no parece proceder de un foco definido. Es suave e irreal, como tamizada por un fino velo, y sólo afecta a los elementos figurativos de la pintura (mujer y serpiente) y al fondo azul lechoso que simula niebla, corrientes de agua o incluso éter.

Se observan también varios puntos en la imagen que, aunque de manera muy débil, parecen emitir cierta luz o reflejo de ella. Por un lado, el espejo aparenta reflejar, ya no la luz que pudiera provenir del interior del cuadro si no la del mundo exterior a éste, la luz real que rodea al espectador que debe enfrentarse a su propio reflejo. Por otro, los ojos de un pálido dorado casi blanco, similares a los de un ave nocturna, capaces de ver incluso en ausencia de luz. Y aún un tercero, las pequeñas flores blanquecidas que se mantienen erguidas a los pies de la mujer y que brillan tenuemente como dos cabos de vela mortecinos.
La ausencia de sombras en toda la pintura es evidente. Los distintos elementos no las proyectan unos sobre otros: el espejo sobre la figura femenina, ésta sobre el fondo o la serpiente… Sólo en el cuerpo de la mujer se observan sutiles sombras que ayudan a definir su anatomía: bajo su mentón sobre el cuello, marcando la curva inferior de sus senos…

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