miércoles, 1 de junio de 2011

EL ESTILO KLIMT


Judith I,
con la cabeza de Holofernes
La obra de Kilmt es fácil y comúnmente identificada por el uso de una suntuosa decoración ornamental, que mezcla dorados con vivos colores, pan de oro junto a óleo.
En muchas de sus pinturas aparecen elementos provocadores y de carácter sexual más o menos identificables, siendo la mujer uno de los temas más representados por el artista, particularmente la femme fatale, ese tipo de mujer agresiva y dominante que, como su primera versión de Judith, subyuga al hombre y al espectador con su sola mirada.
Tras su muerte, al inventariar la gran cantidad de dibujos (unos 3000) y varias obras inacabadas que deja en su taller, se revela uno de sus secretos de trabajo mejor guardados: siempre pinta a sus modelos desnudas y las va vistiendo conforme va introduciendo la decoración que las rodea.
Con un estilo pictórico que puede definirse como ecléctico, Klimt bebe del arte del antiguo Egipto, de la cultura micénica, de la Grecia Clásica y del arte bizantino, incluso del arte medieval o la escuela Rimpa de pintura japonesa.
Su personalísima estética, con cierto toque decadente, ha convertido a la obra de Klimt en un referente para la moda y la estética contemporáneas. Prueba de ello son los astronómicos precios de venta alcanzados por algunas de sus obras, que demuestran que su éxito comercial no ha decaído casi un siglo después de su muerte.

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